De nuevo hemos vuelto a dejar nuestras flores con los mejores
deseos ante la Virgen del Pilar, en Zaragoza. Hemos estrenado estandarte que
gracias a Aurora Andreu hemos podido tenerlo en un periodo de tiempo récord.
La mañana era excelente. No hacia mucho rato que había dejado de llover y
las calles, a esas horas casi desiertas todavía, reflejaban con tonos
amarillentos y rojizos, los colores de las luces. Algunos aprovechaban las
ultimas horas de la fiesta nocturna. La temperatura fresca pero agradable.
Éramos el grupo cuarto para salir de la calle Albareda y apenas si había allí
una veintena de personas preparadas para ello. Llega la cesta de flores,
hermosa. Llega el estandarte, con nuestro nombre al aire de Zaragoza. Pasan diez
minutos de la ocho y nos avisan que debemos salir. La mayoría mujeres, pocos
niños y żlos hombres?, -el mío en la cama-. ángel, se hace cargo del
estandarte y se pone en cabeza de un grupo -mas de setenta- bien formado, que
orgulloso se encamina hacia la plaza del Pilar a depositar ante sus pies esas
flores que llevan el cariño y el amor de todos -todos- los losquinos de
corazón. Después de un pequeño caminar por el paseo de la Independencia y
saludar a nuestros vecinos de Mezquita, que casualmente nos siguen y a otros
losquinos que no esperan en las aceras; llegamos a la plaza. La nueva estructura
que sujeta las flores aún está desnuda y parece más grande que nunca y desde
arriba, la Virgen que agradece con su mirada nuestro fervoroso presente. Ha sido
rápido e intenso el momento. Detrás, nos esperan algunos familiares y amigos
que nos acompañan pero que no se visten. El jamón, las tortas, el vino. Que
bien saben a estas horas. Más tarde, las fotos de rigor y unos chocolates con
churros para renovar energías. Tras un paseo por las calles del casco viejo, de
nuevo camino a casa, que los pies están fríos del agua y la humedad. Hasta el
siglo que viene.
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